
Si ya de por si era habitual ver debates ideológicos entre
derechistas e izquierdistas cuyo principal objetivo es dedicarse hermosos
elogios, ahora, este deporte que se practica en las redes sociales, se ha
convertido en el pan nuestro de cada día.
Las cosas no vienen solas y este cambio se ha producido a
cuenta del suceso protagonizado por los jóvenes – y no tan jóvenes – de Nuevas
Generaciones del PP.
Para los perdidos, una síntesis de lo ocurrido:
Resulta que la mañana en la que Dolores del Finiquito tiene
que declarar ante el juez Bermúdez, se juntan dos grupos a las puertas de la
Audiencia Nacional, los afectados por las preferentes y los ahora llamados
“poloflautas”.
Unos protestando y los poloflautas aclamando – como si de beliebers
se tratara – el nombre de su querida y amada secretaria general, Cospedal.
Como podéis imaginar, una situación muy pintoresca. A partir
de ahí todo son diferentes teorías sobre lo que realmente paso, que si fueron
los cospeliebers los que faltaron al anciano ... o viceversa.
La gravedad del asunto comenzó a ser más relevante cuando
las fotos y vídeos de dicho suceso se empezaron a divulgar por las diferentes
redes sociales.
Los devotos de la derecha permanecían en silencio mientras
los fieles de las tendencias izquierdistas vestían de elogios a los
cospeliebers y hacían criticas del suceso ocurrido, recordando otras situaciones anteriores similares que, evidentemente, hacían de agravante.
Según iba avanzando la tarde, las discusiones ideológicas
iban aumentando y los elogios cada vez eran más abundantes.
Gracias a esto, pude comprobar que hoy en día la ideología
no tiene la misma importancia que hace cuarenta años.
¿Qué sentido tiene discutir sobre ideologías hoy, cuando
estamos viviendo un momento político en el cuál los partidos no están marcados
por tal o cual ideología?
¿Existe diferencia, en los países europeos, entre la
izquierda y la derecha?
La izquierda se ha hecho con las costumbres de la derecha.
Ambos privatizan, y si no acuérdense; Felipe González – sin
ir más lejos – privatizo un 70% de las cosas que estaban nacionalizadas.
Por lo tanto, la izquierda revolucionaria de finales del
siglo XIX ya no existe.
La derecha, sobre todo en el ámbito religioso, ha
evolucionado hacia las posiciones de la izquierda, a la tolerancia de las
costumbres.
Y la realidad es que buena parte de la izquierda, vive
conforme al planteamiento de la derecha.
Entendería que mi abuelo discutiera acaloradamente, mientras
toma el fresco con los vecinos, sobre las ideologías, lo que fueron y lo que
queda de ellas, pero no entiendo que lo hagan las nuevas generaciones y menos
de la forma en que lo discuten, porque ¿Qué sentido tiene discutir sobre
ideologías echando en cara los errores
que tuvieron las mismas en el pasado?
Errores y sucesos que conoces porque tenías que aprobar
historia o simplemente para no ser un ignorante.
No ganamos nada apoyándonos en unos argumentos que ya son
parte de la historia, discutiendo sobre lo que ya paso y el por qué de que así
pasara.
¿No ganamos más luchando por deshacernos de los errores que
otros cometieron?
¿Por qué la derecha actual tiene que cargar con las
dictaduras que ejerció en otro siglo que no es el nuestro? ¿Por qué la
izquierda tiene que cargar con las suyas?
Lo coherente, sería luchar por renovar esas ideologías; el
inmovilismo característico de la derecha y esa ética anticuada, ese pensamiento
que dice: “No me muevo porque para eso soy conservador”, luchar por una derecha
democrática y sana.
Luchar por una izquierda consciente de la realidad que se
vive día a día y que sea consciente de que las utopías son solo eso, utopías.
Dejar de lejos a esos tipos cuya ignorancia no conoce
límites, aquellos a los que su madre los parió siendo de derechas o de
izquierdas.
Aquellos cuyo criterio se rige por las normas que otros les
imponen.
A esos, el desprecio de la indiferencia dejándolos en la
cuna de la ignorancia.